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Sol en Géminis




Si tú, que no eres más que aire, has sentido
su dolor, yo, uno de su especie, que siento
el sufrimiento tan fuerte como ellos,
¿no voy a conmoverme más que tú?

Shakespeare


Cuando entran en escena, empezamos a ver doble. Cuanto más nos hablan, más nos confunden. Entonces tratamos de encontrar un hilo conductor en sus palabras, pero nos perdemos entre ramificaciones arabescas. Sin embargo, la idea de que son conversadores y charlatanes es superficial: Géminis habla para ocultarse. Domina el arte de camuflar silencios con palabras.

Géminis no es un signo de primeras impresiones. Para conocerlo es necesario entrar en una suerte de laberinto de personalidades del que no sabemos si saldremos. Ni siquiera si tiene salida. Mientras tanto, nos danza en la ambigüedad, en la ondulación de la duda, en la asepsia del que no se define. Y tiene ese don tan difícil, distinto: el don de esquivar, de dejar pasar, de laissez faire. De parecerse a los espejismos y las apariciones.

Los hemisferios del cerebro. Los pulmones. Los brazos. Las manos. Los hermanos. La casualidad. El comercio. Los caminos. Los discursos. Todas cuestiones asociadas al planeta que los gobierna, Mercurio. Antiguamente era considerado el dios de los comerciantes y los ladrones: Géminis te vende cosas, ideas, proyectos, sueños, lo que sea. Su planeta, además, nunca se aleja demasiado del Sol, característica que también poseen sus nativos: rondan siempre cerca del poder, de la centralidad. La cualidad mutable y el elemento aire dan extraordinarias dotes de elocuencia y oxigenación mental. De ahí que aportan siempre una nota inteligente en todo lo que hacen, desde las cosas más simples a las más complejas.

Desde el punto de vista de la astrología esotérica, a Géminis lo rige Venus. Alice Bailey plantea que, dada su dualidad y su principio de polaridad, Géminis tiene la función venusina de unir el eje de los signos opuestos, fusionarlos, de ahí su importancia en el zodiaco. Tienen la capacidad de ver las dos caras de la moneda, el yin y el yang, lo blanco que no excluye lo negro, y viceversa. De ahí la famosa indecisión geminiana, que no es otra cosa que superación, síntesis, comprensión, trascendencia. En definitiva, es armonía, pacificación, inclusión. Si prestamos atención a estas características, vemos con claridad su afinidad con Mercurio, pero también con Venus. Lo que explica su belleza ligera, de apariencia juvenil. Para los mortales el tiempo pasa y deja sus huellas inevitables, sin embargo, el día que se publicó esa gran novela sobre un eterno joven, Dorian Gray, el Sol estaba en Géminis.

Géminis tiene siempre dos trabajos, dos horarios, dos tardes, dos noches, dos todo. Y si conoces a alguien de este signo que no los tenga, entonces fíjate bien, puede que no lo conozcas. Suele pasar que ves a Géminis dos o más veces en el día y no recuerda haberte visto. Es que te cruzaste con uno de sus varios dobles. Lo cual no implica falsedad. Para decirlo con los versos del poeta, también mercurial, Walt Whitman: 

¿Que yo me contradigo?
Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué?
(Yo soy inmenso, contengo multitudes.)

Hay una variedad incansable en Géminis, que les vuelve como el escurridizo metal Mercurio, inaprensibles. Su curiosidad y capacidad de aprendizaje no tiene igual en el zodiaco. No sólo siempre van detrás de la manzana prohibida del conocimiento, ellos son esa manzana. Un caso paradigmático, entre tantos, de esta múltiple avidez es el poeta, dramaturgo, premio Nobel, político, empresario, astrólogo y ocultista (sí, todas esas cosas a la vez) William B. Yeats.

Por su carácter mercurial y su destreza en el manejo del lenguaje, este es un signo de escritores: Dante, Thomas Mann, Marguerite Yourcenar, Céline, Chesterton, Ana Frank, Arthur Conan Doyle, Pessoa, García Lorca, Alice Bailey, Allen Ginsberg, Walt Whitman, Joyce Carol Oates, entre otros. Su influencia más venusina, creadora y estética brilla en la música: Wagner, Schumann, Richard Strauss, Stravinsky, Paul McCartney, Bob Dylan. Y por su naturaleza lúdica, también abundan en el mundo del espectáculo: Hugh Laurie, Johnny Depp, Marilyn Monroe, Angelina Jolie, Nicole Kidman, Clint Eastwood, Jean-Pierre Léaud.