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Compatibilidad astral


La compatibilidad astral no debe plantearse como una suerte de brebaje mágico capaz de influir en la persona que nos interesa. Lo que sí vamos a notar, a medida que entendamos las zonas de nuestra carta y la del otro, es con qué (a veces asombrosa) exactitud encajan entre sí las partes, como legos diseñados para que hasta un niño pueda encastrarlos fácilmente. Todo lo que nos gusta del otro, todo lo que deseamos, lo llevamos tallado en ese mapa astral que es nuestra carta natal.

Por ejemplo, entre el sol en Aries y el ascendente Leo, lo que tenemos es un aspecto que la astrología tradicional llama armónico, un trígono de fuego. Esto a grandes rasgos indica que la personalidad está en concordancia con la individualidad y que (a menos que otros aspectos natales difíciles predominen en la carta) se trata de una persona de acción. Las personas con marcada proporción de fuego en la carta natal (y de hecho el ascendente y el sol, corresponden a dos puntos importantes) tienden a imponer su voluntad sobre los demás. Ellos tienen el fuego divino, recordemos que entusiasmo viene de en theos: literalmente, tener un Dios adentro. Podemos, entonces, estar seguros de algo: nuestro deber no será actuar, sino hacerlos actuar. Mejor dicho, ellos mismos darán el paso inicial, nosotros sólo tenemos que propiciarlo. A los arianos les encantan los desafíos, y si tienen ascendente Leo, como en este caso, aún más. No olvidemos que Leo es un signo que crece ante los obstáculos. Desafiarlos puede ser un punto a favor, quizás priorizando el humor en lo que respecta a Aries y el elogio si su costado leonino es el que se impone. O combinar los dos: ¿por qué no un elogio con humor?

Partiendo de esta premisa, tenemos que decir que algunos signos corren con ventaja en este arte y son los que forman el trígono de aire: Géminis, Libra y Acuario (ya sea en el Sol, en el ascendente o tener varios planetas en signos aéreos). ¿Por qué? Bueno, en primer lugar el aire alimenta el fuego, por eso en astrología se considera que los signos de aire armonizan (forman un aspecto llamado sextil) con los de fuego (Aries, Leo, Sagitario). Y lo más importante de todo: ni Géminis, Libra o Acuario tienden a tener un ego que pueda desafiar al de un Aries o un Leo (y mucho menos en este caso, en donde el ego del ascendente está ocupado luchando contra el ego del sol). De hecho, si le preguntáramos a un Aries o un Leo cómo conquistarlos, sin dudarlo y al unísono contestarían: "haciéndonos caso". Mandar es un arte que manejan a la perfección. Así que una excelente idea para conquistar a un Aries ascendente Leo podría ser tener el Sol (o el ascendente) en Libra (para interpelar su costado ariano), o en Acuario (su costado leonino) o en Géminis (sus dos lados, puesto que los gemelos son, en efecto, duales). O al menos, parecerse bastante a estos signos. El aire corresponde a la mente, así que no estaríamos del todo errados al decir que el alimento de los signos de fuego es la inteligencia y sus derivados. Dale a un signo de fuego proyectos, abstracciones y palabras: te devolverá todo eso hecho realidad. Personas con una carta natal en donde predomine la tierra o el agua se verán tentados a operar en el terreno de los bienes materiales o los sentimientos. 

No lo intenten en sus casas: ni Aries ni Leo, y mucho menos una persona con los dos signos cooperando entre sí será demasiado sentimental ni demasiado materialista (a excepción quizás de Leo, bastante acostumbrado al lujo y al elogio, pero tiene menos que ver con los bienes en sí que con los honores que de ello se derivan). Lo que no implica que deban desestimarse los sentimientos o la estabilidad, sino que la prioridad para los signos de fuego es el marco/entorno/espacio en donde puedan expresar su creatividad. Con los otros signos de fuego también existe compatibilidad. Sin embargo, en toda relación se necesita un complemento y en el caso de dos signos de fuego hay que tener cuidado: la competencia entre los egos puede ser superior a las cosas en común. Como explicó el célebre astrólogo Carter, los aspectos armónicos (sobre todo los trígonos) son menos propensos a los logros, ya que indican un cierto conformismo entre las partes. Y precisamente en amor se necesita, lo sabemos, ese chispazo que nos saque del cómodo letargo o zona de confort, como suele decirse.