Tauro
Mi vida no es teorías y fórmulas. Es instinto y sentido común.
Audrey Hepburn
Cada vez que te cruzas con alguien de Tauro, el mundo se desacelera pero para bien. Manejan sus tiempos, o mejor dicho no los manejan, los suprimen. A este signo venusino no le gusta que lo apuren. Pero no se trata de cualquier lentitud, sino de una lentitud estética, sensual, terrena. Es que a los Tauro no les interesa tanto ser los primeros (como sucede con Aries), más bien prefieren la exclusividad, la posesión, la seguridad. De hecho su signo tiene analogía con la casa 2 astrológica, es decir la casa que rige los bienes personales, la propiedad privada, las ganancias, el dinero. No en vano en Wall Street, centro financiero mundial, eligieron al toro como su animal representativo.
Mucho de Tauro se debe a su planeta regente, Venus, y sobre todo al elemento tierra en modalidad fija. Venus es el planeta del amor, la belleza, el confort, la comodidad, los lujos, el dinero. La tierra refuerza el costado más carnal, materialista y empírico, por eso los taurinos son sibaritas sofisticados, bon vivants y saben mejor que nadie cómo se disfrutan los placeres. La modalidad fija además, les aporta una energía acumulativa, que tiende a solidificarlo todo a su alrededor: cosas, personas, momentos. Para Tauro poseer es fundamental, una necesidad que muchas veces les juega en contra, tornándolos egoístas y tacaños. Por ese afán de estabilidad e imperturbabilidad construyen con tenaz laboriosidad rutinas diarias en sus vidas. Eso sí, rutinas sensuales, pacíficas y casi siempre opulentas.
Pocos signos respetan tanto a la belleza como Tauro, por eso entre los taurinos encontramos desde los más célebres artistas (Da Vinci, Brahms, Tchaikovsky, Dalí, Joan Miró) a aquellas personas que se dedican a la industria del placer y el disfrute, tales como chefs y sommeliers, actores, diseñadores y modelos (Audrey Hepburn, Penelope Cruz, Christian Lacroix, Laetitia Casta). Como este signo rige el cuello, la garganta y la voz, muchos de sus nativos son reconocidos cantantes: es el caso de Laura Pausini, Barbara Streisand, Ella Fitzgerald, Adele, Joe Cocker, Billy Joel, Iggy Pop, entre otros.
Hay algo nutricio en las personas con Sol, ascendente o Luna en Tauro (que se encuentra exaltada en este signo) por su afinidad con las cualidades lunares. Hay una abundancia taurina (en oposición a la carencia escorpiana) que los vuelve instintivamente maternales, dadores de confort, alimento, protección y seguridad a sus seres queridos. Sabemos el valor simbólico que tienen las analogías en astrología, por lo tanto recordemos que todo lo lácteo está asociado a la Luna y son especialmente las vacas sus proveedoras.
La famosa terquedad de Tauro se debe por un lado a la fijeza de la tierra y por otro a la acepción de la palabra valor no en términos económicos, sino de convicciones que representa la segunda casa, correspondiente a su signo. En un sentido más amplio, en el ciclo zodiacal Tauro antecede a Géminis, signo que encarnará la dualidad, la polaridad mercurial, la duda como vía de conocimiento, la ambivalencia y la fusión de los opuestos. Sin embargo, filósofos de solidez y consistencia intelectual como Kierkegaard, Kant, Russell y Wittgenstein nacieron bajo el Sol de Tauro. Justamente la proximidad entre estos dos signos hace que muchos taurinos tengan planetas en Géminis, lo que da una combinación de realismo y concepto, persistencia y dinamismo (por ejemplo Kant, con el regente de su Sol, Venus, en Géminis y buena parte de su casa 1 en el signo de los gemelos).
Algo conservadores y dogmáticos, los taurinos suelen ser pacíficos, amables y considerados, pero sobre todo destacan por su nobleza y lealtad. Con Tauro aprendemos el valor de las cosas duraderas y estables. Junto a ellos tenemos la impresión de que el universo sería un lugar mejor si celebráramos más las cosas simples, buenas y placenteras de la vida: un aroma, un color, una nota musical, un sabor particular.