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La Carta Natal, un Rubik del cielo




El silencio eterno de estos espacios infinitos me aterra.

Pascal




Me habrán escuchado, o más bien leído, decir que cuando alguien cuestiona la astrología suelo responder que, al igual que la literatura, la pintura o la música, es una ficción que nos muestra la verdad. 

Toda carta natal es infinita hacia arriba. Ese dibujo del cielo no es sino un recorte, una segmentación de lo que la astrología ha intentado, a lo largo de los siglos, estudiar, catalogar, esbozar, interpretar y explicar. Nada más y nada menos que el cielo. Tamaña tarea. 

Sin embargo, el conocido modelo tridimensional de planetas, signos y casas, que recuerda al Cubo de Rubik, funciona. De esa totalidad celestial, de ese bellísimo caos que podemos inferir levantando la vista en una noche estrellada, el astrólogo extrae elementos (mínimos pero indispensables) que conoce y le son familiares. Ahí están el Sol, la Luna, el Ascendente, etcétera. Se sumerge hacia arriba en lo que pareciera ser un inmenso desorden y, aún así, encuentra un lenguaje. Es el cubo multicolor, que con paciencia y dedicación va adquiriendo una uniformidad.

Para lograr esta uniformidad o sentido, debemos encontrar lo que Aleister Crowley llamó las llaves o keys (que quizás sería mejor traducir como claves). Para empezar, es crucial conocer la naturaleza de esas tres dimensiones: los planetas, los signos y las casas. Sería simplificador decir que los doce signos se corresponden estrictamente con las doce casas en su significación, pero tampoco es del todo errado. Al decir de Carter, un Saturno en casa 5 (relacionada con Leo) debería indicar ciertas dificultades y límites en asuntos y temas leoninos (romance, hobbys, niños). O sea, de un modo similar a Saturno en Leo. Los planetas, por su parte, rigen signos y, por lo que muchos astrólogos llaman dignidad accidental, tienen afinidad (mayor o menor) con las casas. Por ejemplo, lo vemos en el caso de Ayrton Senna, que era Aries y su regente, Marte, lo tenía ubicado en la casa 1, es decir, la casa de Aries. En mi carta natal tengo un stellium en casa 12, la casa de Piscis, y además mi Sol en oposición a Neptuno, regente de Piscis. En esta suerte de acordes celestes compuestos por notas afines (planetas + signos + casas) es en donde encontramos las claves de las que hablaba Crowley. 

Cada uno de nosotros en su carta natal tiene predominios, carencias, virtudes y límites. Hace poco, leyendo sobre Alan Turing, el matemático y lógico inglés considerado un pionero de la informática, me llamó la atención su aspecto venusino y supuse que su carta natal debía tener una combinación Tauro / Libra / Leo / Piscis; es decir, signos que inclinan a la estética, la belleza, la forma corporal más bien armónica, clásica. Así fue. Es Sol conjunción Venus, tiene un stellium en casa 2 (Tauro), la Luna en Libra, Marte en Leo y Saturno en Tauro en casa 12 (Piscis). Combinación muy parecida a la de Leonardo DiCaprio, quien es Sol conjunción Venus, tiene un stellium en casa 2 (Tauro), ascendente y Luna en Libra. DiCaprio iba a protagonizar el papel de Turing en la película The Imitation Game (2014), rol que finalmente interpretó Benedict Cumberbatch. Cumberbatch tiene, también, ascendente Libra, Júpiter en Tauro y stellium en Leo. Y estamos hablando solamente de parecidos físicos. Turing tenía el Mediocielo (la vocación, la profesión y el status) en el mismo signo que otro innovador del que ya hemos hablado en este blog, Le Corbusier, ambos aspectados por el planeta rebelde y transgresor, Urano (electricidad, tecnología, modernidad). Las coincidencias son demasiado notorias como para ser sólo coincidencias.

Cito a Crowley: "Para sacar una analogía de la pintura misma, una obra maestra de Velázquez es, si la analizas, un conjunto de parches de colores, colocados de manera peculiar, pero el decir esto no es de ninguna manera describir el cuadro. Un astrólogo que dice que porque existen ciertas posiciones o aspectos tal o cual resultado debe producirse, no es un buen astrólogo, sino un mal astrólogo". Es necesario interpretar el conjunto de cada cielo, porque he visto a más de uno jactarse de tener un gran Júpiter para terminar desperdiciándolo. Por lo mismo, tener una carta plagada de "malos aspectos" puede resultar motivador, ya que contamos con mucho caudal energético para llevar adelante grandes obras. De esta manera, la astrología tiene más que ver con la observación y la asociación que con el vaticinio y la predestinación. Necesitamos no sólo el conocimiento sino también la intuición, y hasta poseer un sentido estético desarrollado; puesto que, como el director de orquesta, debemos priorizar la unidad, el orden y la armonía. Podemos tener al mejor violinista, pero si la orquesta no lo acompaña, no podrá lucirse en absoluto. Si, como Crowley plantea, el trabajo del astrólogo se asemeja al del artista, entonces es capaz de ver, de hacer, arte en el cielo.