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Sol en Leo




El lujo no es lo contrario de la pobreza sino de la vulgaridad.

Coco Chanel

¡Bienvenida temporada Leo! El Sol coronado que irradia vitalidad, orgullo, valentía, autoestima, carisma, creatividad, jerarquía, brillo, personalidad. Tiempo dorado de tronos, romances, artes, juegos, corazones.

Leo es un signo fijo de fuego. Hay algo terrenal, estático, taurino, en la modalidad fija. Por su parte, el fuego es impulsivo, enérgico, ariano, creativo. Por esto siempre digo que los leoninos son taurinos de fuego. Tienen esa necesidad de estabilidad y seguridad que vemos en Tauro pero el elemento fuego los dota con cualidades más generosas y expansivas que las de la tierra, que es más mezquina y fría. También como Tauro, los Leo aman los placeres, el lujo, las cosas buenas de la vida. Sin embargo, vale recordar una frase de Oscar Wilde (quien tenía Luna en Leo) para resumir las preferencias leoninas: "Mis gustos son muy simples: me conformo con lo mejor". No en vano bajo este signo nacen tantos diseñadores, modelos, empresarios de la industria del lujo y el refinamiento, por ejemplo Coco Chanel, Yves Saint Laurent y Louis Vuitton.

Su regente, el Sol, nos dice mucho acerca del signo. Nos da energía, calor, vida, pero todos debemos girar a su alrededor. Leo siempre tiene un séquito a su disposición. No ejerce, sin embargo, un mando rústico y agresivo como puede serlo el de Aries, más bien se trata de una centralidad natural, que irradia autoridad desde su carisma y personalidad. El Sol además siempre tiene cerca a dos planetas fundamentales para su reino: Venus (que representa la gracia, las mujeres, los placeres, la belleza y los lujos) y Mercurio (los mensajeros, los voceros, los comunicadores, los consejeros). El Sol y la Luna forman una dualidad simbólica fundamental: el rey y la reina, el padre y la madre, el día y la noche, lo objetivo y lo subjetivo, lo masculino y lo femenino. Su antagónico natural es Saturno, el planeta que rige dos signos en los que el Sol se encuentra débil: Libra (caída) y Acuario (exilio).

Le corresponde a Leo la Casa 5: los romances, las diversiones, los hijos, los niños, los deportes, los juegos, el arte, el teatro, las aficiones y los hobbys. Sin embargo, se lo asocia también a la Casa 10, que representa el status, los honores, la figura pública, la profesión y la autoridad. Los antiguos llamaban la hora de los reyes al mediodía porque en ese momento el Sol se encuentra en el Mediocielo, el punto más alto de la carta natal. De hecho, Napoleón Bonaparte y Luis XIV, entre otros monarcas y gobernantes, nacieron con el Sol en Casa 10. Por lo tanto, la combinación de los significados de estas dos casas suele describir en gran medida los intereses y anhelos leoninos. Su signo en un plano más concreto rige el corazón: son los más propensos a padecer afecciones cardíacas y, por supuesto, amorosas. También podemos enumerar otros símbolos: la espalda, el oro, la corona, los gobernantes, el padre, el drama, el arte, la vitalidad, la autoestima, el orgullo, el honor.


En Leo nace la necesidad de ser alguien, de superarse, de encontrarse a sí mismo (lo cual recuerda, en muchos sentidos, a las novelas de aprendizaje o bildungsroman). La identidad, la individualidad, la expresión y la creatividad son fundamentales para ellos, por eso muchos artistas nacen bajo la influencia de este signo. En Cáncer la familia nos viene dada: la herencia, el entorno, el pasado, el hogar. En cambio, en Leo vemos la vida orientada al futuro, nos desprendemos de la dependencia canceriana al entorno familiar y buscamos uno nuevo a través de la propia paternidad / autoridad / status (Casa 10) y los amores / hijos / obras (Casa 5). Se trata de un camino que guarda cierta relación con la adolescencia (y con la superación de la misma): a través del brillo personal y la ruptura con el pasado puedo definirme a mí mismo, encontrar mi voz y mi destino.