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Venus en Piscis



Venus llega a las aguas últimas del zodiaco, al signo en donde todo confluye y los límites se confunden, se desdibujan. La diosa del amor encuentra en Piscis su exaltación, lo cual le confiere fuerza a su influencia. En tanto planeta femenino, húmedo, fértil, que rige la paz, el amor, la belleza, la armonía y la unión, Venus en el signo de Piscis se baña en aguas muy afines a su naturaleza. Su exaltación es, de alguna manera, una suerte de sobredosis. Nada más pisciano que una sobredosis... venusina. 

El acorde astral de Venus en Piscis, si trazamos una analogía con la música, suena (con ligeras variaciones) como una Venus en aspecto a Neptuno (la octava superior de Venus) o como una Venus en Casa XII. Es característico el tono cromático, lánguido, errático y soñador (justamente Wagner, principal estandarte del cromatismo, tenía a Venus en el neptuniano grado 29). Las personas con estas Venus se ven siempre implicadas en situaciones difusas, inundadas por sentimientos ambiguos, muchas veces adictivos, incluso autodestructivos. Todo lo contaminan con su imaginación, por eso los astrólogos nos advierten acerca de sus tendencias neptunianas, que son muchas veces el origen de los engaños y las desilusiones amorosas. Se trata del signo opuesto al ascético, aséptico y escéptico Virgo. Estas tres condiciones tan necesarias para la economía, el orden y la técnica no están muy presentes en Piscis, al contrario: hay mucha creencia, hay mucha indulgencia y hay, sobre todo, muy poco filtro a las influencias externas. De ahí que las personas con Venus en Piscis sean tan enamoradizas, permeables y les cueste discriminar en el buen sentido del término. Por eso suelen caer (o elevarse, como lo queramos ver) en relaciones muy laxas de reglas, de etiquetas, de códigos, de forma, de contenido. Los exs nunca son del todo exs, los romances nunca del todo declarados, las infidelidades nunca del todo ciertas (y nunca del todo falsas), los amores imposibles nunca del todo irrealizables, los actos prohibidos nunca del todo descartados. Con Venus en Piscis, como esos dos peces que representa el signo, nadamos en direcciones contrarias.

Entonces empiezan esas historias que todos vivimos alguna vez. Que diste todo, que era perfecto, que no había secretos entre nosotros, que eras ideal, que a dónde quedaron tus promesas, que no sé cuántas cosas más. ¿Todo inventado? Más bien vivido en ese improbable horizonte que divide la realidad de la fantasía. Piscis se cree lo que inventa. Esto de vivir con intensa sinceridad una mentira encantadora, incluso aterradora. La razón es la de siempre: evadirse, perderse, escaparse de uno mismo. Y, sin embargo, cuántos buenos momentos le debemos a esta Venus neptuniana. Sentirnos sin hablarnos, encontrarnos sin buscarnos, esquivarnos sin lograrlo, decir al unísono las mismas palabras y descansar, juntos, en los mismos silencios. La fusión de Venus en Piscis con la persona amada no tiene igual en todo el zodiaco, sin dudas. 

El tránsito planetario de Venus en Piscis trae encanto a las personas de este signo, lo que se llama suerte en el amor y mejoras significativas en las finanzas. Hay liquidez en los mercados, el dinero vuelve a fluir y los aspectos económicos mejoran debido a la influencia joviana del signo (Júpiter en tanto planeta domiciliado en Piscis rige sus asuntos, aportando bonanza, expansión, riqueza). Nos vemos más inclinados a la contemplación, la belleza y el arte, especialmente a la música (dominio de Neptuno); se trata de la Venus natal de muchos músicos, actores y artistas célebres (Kurt Cobain, Justin Bieber, Emma Watson, Céline Dion, George Harrison, Vincent Van Gogh). 

Naturalmente, el tema predominante cuando hablamos de Venus es el amor. Durante este tránsito podemos generar nuevos (y romper viejos) vínculos. Es su elemento mutable el que nos permite, por un lado, lograr en este momento la flexibilidad que todo romance demanda para que circulen los sentimientos. Pero, por otro, imposibilita que nos establezcamos, que construyamos sobre la solidez de la tierra. Tampoco podemos esperar la racionalidad del aire o la pasión del fuego. Con Venus en Piscis las cartas nunca están sobre la mesa: es más lo que sugerimos, lo que hacemos creer (y lo que queremos creer) que lo que verdaderamente es. Si vamos a prestarnos al lenguaje onírico de Neptuno, tengamos cuidado de no caer en la deshonestidad emocional, ebrios por nuestros propios juegos de agua. A fin de cuentas, nosotros también saldremos heridos. Si, por otra parte, el tránsito toca puntos claves de nuestra carta natal, como por ejemplo algún ángulo o un planeta dominante, notaremos la energía venusina fluir en los asuntos correspondientes. Por ejemplo, un retorno de Venus (sobre nuestra Venus natal en Piscis) puede traernos una nueva historia de amor (o, al menos, una fuerte predisposición a vivirla); una conjunción con algún planeta en el Mediocielo, probablemente dinero o nuevas oportunidades laborales. Tengamos en cuenta que los líquidos y todo lo que ellos representan (emociones, fluidez, ensueños, unión) poseerán mucha carga simbólica durante este tiempo. Sea a través del vino o del mismísimo mar, Venus vendrá a nuestro encuentro.