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Venus en Géminis


De amar mucho tienes la palabra que persuade
Dulce María Loynaz

Si Venus en Tauro expresa la versión más pura, rústica y terrenal de Venus, con Venus en Géminis conocemos su lado más intelectual, aéreo, ligero, versátil. Mejor dicho, sus lados (porque son varios). Como los lados del volátil y juvenil Mercurio.

A Venus en Géminis no le alcanza con el placer. Al menos, no el placer tal como lo entiende todo el mundo. Necesita darle una vuelta más. O varias. Alimentarlo con intrigas, condimentarlo con palabras. Degustarlo con la imaginación, saborearlo con la mente.

Las personas con Venus en Géminis tienen una forma de seducir (y ser seducidas) que va más allá (o más acá) de lo estrictamente corporal, material o sentimental. Debido a su manejo exquisito de las palabras pueden encantar (hablo de encantamiento, no sólo de encanto) con sólo pronunciarlas. Y a veces ni siquiera necesitan pronunciarlas. A veces, simplemente te las escriben y cometes el error, ese error tan común, de tomarlas por el lado afilado y lastimarte. ¿Quién no ha sido víctima alguna vez de ese sensual, mercurial, doble filo?

En la curiosidad geminiana encontramos necesidad de cambio y, por supuesto, variedad. Célebre por sus polémicos seis matrimonios, el rey Henry VIII de Inglaterra es un buen (o mal) ejemplo de Venus en Géminis. Su elemento aire indica que le cuesta hacer pie, estabilizarse, comprometerse. Su modalidad mutable, refuerza esta tendencia: los signos mutables se adaptan, fluyen, propician lo nuevo, muchas veces lo prohibido, al menos hasta el momento.

La comunicación es fundamental para esta Venus. Necesita hablar, pero también escuchar. Explicar su pasión, no sólo sentirla. Entender el amor, no sólo experimentarlo. Es por eso que la vemos en cartas natales de muchos escritores, músicos y poetas, diestros en el arte de la elocuencia: por ejemplo, en William Shakespeare, Franz Kafka, Fernando Pessoa, Bob Dylan, Ian Curtis. También en aquellos que se enamoran a través de medios o herramientas de comunicación, antes eran los amores por correspondencia, hoy proliferan en las redes sociales.

Desde un punto de vista más tradicional, Venus representa las ganancias y nuestra forma de ganar dinero. Las partes del cuerpo que determinan los oficios geminianos suelen ser el cerebro y las manos. Por lo tanto, es posible que una persona con esta Venus natal se destaque en literatura (como ya vimos varios casos), en filosofía (Kant), en pintura (Rembrandt, Frida Kahlo). También en el tenis (André Agassi), en el piano (Martha Argerich), en el violín (Yehudi Menuhin), en la guitarra (Steve Vai). En la dualidad que exige el espionaje (Julian Assange). Con los guantes de boxeo (Mike Tyson) y con los guantes de fútbol (Iker Casillas).

Bajo el tránsito de Venus en Géminis hay cierta inestabilidad en el amor y las relaciones. Quizás una inestabilidad productiva: nuevos romances florecen, no siempre a la luz de todo el mundo y, menos aún, de las formalidades. La tendencia a la dualidad del signo y su amor a la libertad (es aire) nos incita a desafiar lo establecido, mantener la fidelidad puede llegar a ser todo un desafío. Sin embargo, Géminis no se caracteriza por llevar a cabo los planes, tan sólo se encarga de pensarlos. Es más proclive a las fantasías que a las realidades.

Se trata del primer signo humano: con él aprendemos a flirtear, a interactuar, a conectar, a conversar, a tejer puentes con los otros. Muchas veces bajo esta influencia sembramos la semilla de futuras acciones, historias, aventuras, romances, destinos. Luego, cuando ya estemos en el ojo de la tormenta, miraremos atrás y recordaremos cuán importantes fueron las palabras que dijimos durante su tránsito. Los magos lo saben: toda magia empieza con palabras.