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Mostrando las entradas de diciembre, 2020
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¡Bienvenido 2021!

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Aunque no comienza a partir de esta medianoche un nuevo año astrológico, finalmente, se termina el 2020. Un año durísimo y, en lo personal, de mucho crecimiento, nuevas responsabilidades y avances significativos. De ahí que les escribo con una pluma agridulce (nada nuevo con Géminis, dirán, con razón). Se fue, a grandes rasgos, un año saturnino, de tierra. Los límites, la realidad, las obligaciones, las pérdidas, la pandemia. Todo fue áspero, rudo, a veces, al límite de lo tolerable. Pero aquí estamos. Dando inicio, con la entrada de Júpiter y Saturno en Acuario, a un nuevo tiempo. De aire renovador. Acuario es un signo que invita a lo social, desde donde lo queramos ver. Es amistad, compañerismo, también revolucionar(nos), sorprender(nos). Entonces, su energía va siempre en dirección a lo humano, como buen signo de aire que es. Veamos qué podemos mejorar, cómo abrirnos a lo distinto, qué viejas ideas dejar atrás, qué nuevos principios defender, cuáles causas, en el día a día, abrazar.

Júpiter en Acuario

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Júpiter, como sabemos, no tiene mucha afinidad con los signos de aire. Este elemento de cualidades intelectuales y asociativas se lleva mejor con la agilidad de Mercurio y la prudencia de Saturno, incluso con la genialidad de Urano. Pero estas afinidades nos dan algunas pistas sobre qué esperar de Júpiter en Acuario. Después de todo, como enseñaban los maestros de la antigüedad –y al contrario de lo que se habla y escribe hoy– los preceptos de la astrología clásica aún son válidos y uno de ellos afirma que un planeta benéfico aún cuando no esté en sus mejores condiciones sigue teniendo una naturaleza benéfica.  Júpiter en Acuario representa la fe en el futuro, lo cual ya —de antemano— implica algo disonante, diferente. En general, las creencias están fundamentadas en el pasado. Religiones, dogmas, tradiciones, mitos. Todo ello nos remite a un tiempo inmemorial, fundacional, primitivo e inasible. Y, por supuesto, amenazante. Son los dominios de Júpiter. Pero Acuario es otra cosa. Es un

Venus en aspecto a Urano: Perdidos en Tokio

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Nunca había visto  Perdidos en Tokio ( Lost In Translation ) , a pesar de ser un estreno de la época de mi juventud. En principio, creo que la película es densa, lenta y cuesta apreciarla de un modo lineal. Es como si estuviera hecha de fragmentos, misceláneas, postales. Y, sin embargo, esto termina siendo un acierto. El fastidio que nos transmite cumple la función de evocar las sensaciones que tenemos cuando, durante unas vacaciones o un viaje de trabajo, llevamos lo que podríamos llamar vida de hotel . Recordé estadías magníficas en las que, harto del lujo gastronómico, comidas como fideos blancos o algo en base a una lata de atún se convirtieron para mí en un paraíso perdido al cual volver cuanto antes. Al margen de las anécdotas personales, la película me hizo pensar en ciertas relaciones que se establecen cuando existe un aspecto entre Urano y Venus. Siempre pienso que el amor entra en nuestras vidas como algo que se rompe. Y ese parece ser el puntapié inicial entre Charlotte (S