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Júpiter en Escorpio, la estrella negra



Visceral, intenso, vicioso, drástico, ambicioso. Así se vuelve el benéfico mayor cuando se sumerge -nos sumerge- bajo el agua, elemento que le es familiar (por su domicilio pisciano y su exaltación canceriana). Aguas marciales de pozos plutonianos. Si Júpiter representa, como sabemos, la expansión, la fe, la buena suerte, el crecimiento espiritual, en Escorpio todo eso se presentará con otro sabor ¿más amargo? otro acorde ¿más misterioso? otro color ¿más turbio?

Pero no desesperemos. Aún así, como enseñan los antiguos, la naturaleza del planeta (en este caso benéfica) siempre prevalece. Sabemos lo que es Escorpio. Su intensidad, sus celos, sus deseos, su crueldad, su predilección por lo prohibido, su coraje para enfrentar las crisis, su regodeo en el dolor, su capacidad para regenerarse. Sabemos que en Escorpio depositamos nuestros tabúes y secretos, nuestros miedos y miserias. Pero Júpiter en este signo nos obliga a preguntarnos: ¿cómo podemos encontrarle un nuevo sentido a tanta oscuridad, enfrentarla y aprovecharla sin que su veneno escorpiónico sea letal?

Con Júpiter en Escorpio la energía responde a dos planetas que desde la astrología clásica se clasifican como maléficos. Por un lado, Marte impulsa a la acción y la conquista, porque básicamente está motivado por el deseo. Bajo su influencia lo que queremos es competir, hacernos valer, imponernos, ganar. Con Plutón las cosas se vuelven más profundas, peligrosas y transformadoras. Temas como la sexualidad, la muerte, las herencias, las finanzas son su especialidad. En personas de características plutonianas, es decir, que en su Carta Natal tienen un Plutón fuerte o predominan los planetas en Escorpio y/o en Casa VIII, este Júpiter puede expresarse de un modo más fuerte, conflictivo y crítico.

Se atribuye a Plutón el gobierno de los asuntos del inframundo. De ahí que los difuntos y todo lo que se desprende de ellos pertenezcan a su reino: pérdidas, funerales, viudez, testamentos, bienes heredados, cementerios, morgues, misterios, criminalidad. De hecho, dos célebres asesinos como Ted Bundy y Charles Manson nacieron con Júpiter en Escorpio. Sin embargo, también hay casos de oscuridades más interesantes y luminosas: el ocultista Aleister Crowley, el maestro del suspenso Alfred Hitchcock, el blackstar David Bowie y la supermodelo Claudia Schiffer. Cada uno de ellos, a su manera, supo transgredir, cautivar, escandalizar, transformar su mundo.

El tránsito de Júpiter en Escorpio hay que entenderlo dentro del ciclo zodiacal. Es el paso siguiente a Júpiter en Libra. Venimos de relacionarnos, de forjar nuevos vínculos, de ceder en pos de la armonía, de aceptarlo todo, o casi todo, haciendo tal vez demasiadas concesiones. Ahora es tiempo de reforzar esos lazos, de ver si realmente no vamos perdiendo, si las cartas están todas sobre la mesa, o si estuvimos poco atentos a lo que realmente importa. Escorpio se mueve hondo, directo al centro de la cuestión. Libra es aire y como tal facilitó las palabras, el entendimiento, la civilidad entre las partes. Escorpio es agua. Dejemos que su animalidad fluya y se filtre por las grietas de nuestras historias. Que inunde, que purifique, que movilice los instintos. Corren tiempos de episodios más íntimos, intuitivos, de escenas más complejas. Vemos mejor en las sombras, nos fortalecemos en las sospechas. De cada carencia, nace un deseo. De cada pérdida, una chance. Júpiter en Escorpio sin dudas nos trae expansión y crecimiento, pero los escenarios y los personajes seleccionados para tales fines pueden volverse aterradores. Una especie de inmensa noche en la que vamos por un pasadizo macabro hallando lecciones como gemas. Oscuras, preciosas.